EDICIONES ANTERIORES DE "PROPUESTAS"

20 de febrero de 2010

Artículo 8vo: Méritos y Merecimientos

Por Alejandro Motta Castro

Como todos saben, no es la nuestra una sociedad meritocrática.
Basta con mirar la política. Frente a la reticencia de los organismos partidarios a reconocer el mérito femenino, hubo que hacer una ley de cuotificación política.
Cuando se habla de posibles candidaturas, siempre se maneja nombres de “los posibles candidatos”. Y se barajan nombres de hombres. Las mujeres, descartadas de plano.
En muchos caos es posible que no se promueva candidaturas femeninas para no arriesgarse a ir contra una cultura patriarcal muy arraigada.
Pero yo no quería hacer un artículo feminista (que no estaría mal; al fin y al cabo todos somos hijos de madre).

Quería hacer referencia a la cita que encabeza este espacio que ocasionalmente usufructúo. Se trata de uno de los primeros artículos de nuestra Constitución, donde se establece que lo único que distinguirá a las personas serán sus talentos y virtudes.

Cierta vez escuché a alguien cuestionar el citado artículo. Eran Juan Andrés Ramírez, en un meritorio programa radial que ya no se emite más. Decía que le parecía injusto que se distinguiera a las personas por sus talentos y virtudes, ya que esto excluye a quienes no poseen dichas cualidades.

El razonamiento de Ramírez, parte del supuesto de que con las aptitudes se nace, algo muy discutido. Yo creo que el talento es un don, un regalo de la naturaleza, pero quien lo tiene, debe pulirlo a fuerza de disciplina y constancia, para lograr la virtud.
La calidad humana, intelectual, artística o deportiva, deben gratificarse no por una cuestión de privilegio, sino para fomentar que quienes las poseen las multipliquen en función del progreso. Las personas virtuosas son ejemplos inspiradores para todos, y la sociedad debe proporcionar oportunidades para que cada uno se perfeccione en lo que es bueno.

Y estas oportunidades deben darse en el ámbito educativo, que debe ser exigente y segmentado según las inclinaciones de los sujetos, y también en el ámbito laboral, algo que no es posible cuando las empresas son meros centros de intercambio de fuerza laboral por salario.

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