EDICIONES ANTERIORES DE "PROPUESTAS"

26 de febrero de 2010

Julio Guerra desde Rosario: Aquel Pueblito de Córdoba

"Angélica...cuando te nombro
me vuelven a la memoria
un valle...pálida luna...la noche de Abril
y aquél pueblito de Córdoba".


La zamba de Luis Morales me recibió con un verde trasfondo de serranías aquel atardecer, a la hora en que el sol comulgaba su adiós rojo sobre el río "LOS REARTES", cuyas aguas de transparencia impecable, que bajan desde las cumbres con una identidad de piedra, arena y vegetación agreste, son de lo más puro que - hasta hoy - ha visto este caminador de la vida que ahora escribe con el rumor de una cascada y los primeros cantos pajareantes, en lo que llamaríamos el yacimiento de las plumas y de los vuelos. Si la Iglesia es de 1738, el pueblo ha de andar por esa edad; dos fundacionales apellidos que el pueblo fusionó en uno: los Iriarte y los Recarte, le confirieron en definitiva el nombre con el cual hoy se le conoce: Los Reartes.
Este "pueblito de Córdoba" con veredas umbrías y rejas con macetas, con casonas propicias a la profundidad del silencio, donde el pensamiento y la meditación abrevan, tiene vecinos que aún sacan sus sillas a las veredas para el mate de la tarde, sin que la estridencia turística socave sus cimientos, Ricardo Güiraldes, supo tener campo cerca de aquí" me dice don Francisco, "por eso...esa pulpería se llama "Segundo sombra" y la han conservado tal cual fue y es".
Mostradores con alineadas botellas que dicen de marcas que ya han perdido la memoria, techos de nobles maderas que dicen de montes clausurados por el tiempo, cuadros con dibujos de Molina Campos, ocres por la pátina de los años y rincones donde algunos viejos del pago "se cascan férreamente en un truco de "contraflor al resto y te vas…o de "una flor en una tina...será flor?..o Florentina?", y sobre todo el ámbito donde el tiempo respira sus remansos, sus paredes gruesas de ladrillos asentados en barro, un casco de tatú, que pudo ser charango y la típica guitarra de boliche que ha sabido de trashumantes y troveros.

"No olvidaré cuando en tu Córdoba te vi
y tu clavel bajo los árboles robé
mis brazos fueron tu nido, tu pelo la luz
de la luna entre los álamos".

Con el grato nombre de Angélica en los labios, trepamos las sierras y allá - cumbre y cielo -,estaba EL BURRITO CORDOBÉS, eterno en la canción que lo identifica. Estos animales llevaron durante siglos, leña, comestibles, remedios, hombres... y tienen tanta honradez de bestias, que a mí particularmente me instan a la ternura. Hoy por hoy son una nota folclórica que fotografían los turistas; ya no se los emplea en los duros trabajos de la montaña, en los que llegaron a dejar blanqueando los huesos por las sendas escarpadas. Honorables bestias que conllevan el galardón de haber hecho el cruce de Los Andes, con cañones terciados sobre el lomo en la gesta de San Martin, subieron y bajaron los dominios del águila cargando toda clase de pertrechos y asomaron un día del lado trasandino como diciéndole al Padre de la Patria Argentina..."llegamos, mi General"...Cuando oigo llamar "burro" a alguien...me entra el no se qué del antagonismo verbal.
Volvimos a pasar por la pulpería "Segundo Sombra", alumbrada por dos grandes faroles ·a querosén"; en el difícil rectángulo de luz que se desmayaba sobre el polvo de la ruta, volvimos sentimos otra vez la presencia de Ricardo Güiraldes, que sin dudas seguía orejeando el dos de la muestra en la memoria de sus compaisanos, la sentimos también en el trote perdido de un gaucho que se alejaba a contracrepúsculo, con dos perros laderos hacia las sierras cordobesas. Entonces...."me fui...como quien se desangra".

Nota: Ricardo Güiraldes; famoso escritor argentino, conocido universalmente por su novela "Don Segundo Sombra"

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