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24 de febrero de 2010

José Elosegui: Tratativas sobre clima pisan en falso

ACTUALIDAD - Otra vez arroz
Por José Miguel Elosegui Alzugaray

Las negociaciones en Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático llevadas a cabo en diciembre en la capital de Dinamarca, Copenhague, significaron un rotundo fracaso y una vez más las soluciones verdaderas a esta gran crisis fueron aplazadas, a beneficio de corporaciones transnacionales, instituciones financieras internacionales y los gobiernos del Norte industrializado. Ellos no aceptan perder un ápice de su estilo de vida derrochador de bienes naturales.

Para profundizar la desilusión de los países más pobres económicamente, los que más sufren las consecuencias del cambio climático, estas negociaciones quedarán marcadas como las más antidemocráticas y sucias sobre el tema, donde el mundo rico buscó todo tipo de artimañas para imponer sus visiones y la sociedad civil quedó excluida como nunca antes había pasado.
Los cientos de miles de personas que se movilizaron en la capital danesa reiteradamente pidiendo soluciones reales, como parte de un proceso creciente de unión de agrupaciones sociales a nivel mundial en lucha contra el cambio climático, es lo único verdaderamente positivo.

Borrar con el codo lo que se escribe con la mano
Los países industrializados no acordaron metas legales de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero (que provocan el calentamiento del planeta), tampoco el traslado de los fondos necesarios al Sur global para los trabajos de adaptación y mitigación del cambio climático, ni el traspaso de la tecnología para que nosotros podamos desarrollarnos bajo un modelo limpio.
A estos tres pasos están obligados bajo el Protocolo de Kioto que todos ellos firmaron en 1997 en esa ciudad japonesa (y que solo Estados Unidos no ha ratificado), en el marco de las negociaciones dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que habían sellado cinco años antes. Esa Convención indica que los países industrializados son los responsables históricos del cambio climático, por unos 200 años de desarrollo a base del abuso de los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), y que por tanto deben tomar la delantera en las soluciones. Pero no cumplen con lo que ellos mismos firmaron.
Es que los países ricos no quieren el Protocolo de Kioto que suscribieron pero que sólo los obliga a ellos a reducciones de emisiones contaminantes. Por eso fueron a Copenhague dispuestos a “matar” el Protocolo, para obligar a reducir emisiones a numerosos países en desarrollo. No lo lograron, por la resistencia de esos estados apoyados por los movimientos sociales en las calles.

Dieron la nota
Organizaciones campesinas, indígenas, de pescadores, ambientalistas, ciudadanos de todos los continentes, llegaron a Copenhague y reclamaron justicia climática.
Pidieron que los países ricos solucionen el lío que armaron, que está matando a los más pobres del mundo antes que a nadie.
Cuando los estados industrializados reduzcan sus emisiones contaminantes a los niveles que indica la ciencia (de 30 a 40 por ciento con respecto a lo emitido en 1990), transfieran las cifras necesarias al Sur global para adaptación y mitigación del cambio climático y la tecnología limpia, se estará en el camino de la justicia climática, aseguraron las redes sociales.
Recordaron que se trata de una deuda de los países ricos, deuda climática, ambiental, que deben pagar con urgencia. Los negociadores de los estados africanos, Bolivia, Venezuela y Paraguay defendieron dentro del lujoso Bella Center de Copenhague lo que el pueblo valiente frente al cachiporrazo policial pidió en las calles.

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